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Poema

                                    ÉPICA DE LOS CAMINANTES

                                                                                                        Carmiña Navia Velasco

 

La escritora Laura Restrepo, consigue, con mucho éxito, en su obra más reciente: Canción de antiguos amantes,  romper las barreras entre los géneros literarios y construir un monumento de lenguaje, en el cual a partir de narraciones definitivamente épicas nos encontramos con una novela total. El regalo que nos ha hecho Restrepo con este monumento es un deleite grande, para nosotros sus lectores y lectoras. Es una obra de madurez que estalla los límites de la ficción y perfila escrituras novedosas.

Canción de antiguos amantes, es en síntesis, la epopeya de:

“Pata de cabra”, metáfora de la reina de Saba y de su espejo Zahra Bayda.

De sus adoradores y buscadores, de sus enamorados a lo largo de la historia que llegan hasta Bos Mutas narrador-personaje.

De los y las caminantes del mundo, de las mujeres luchadoras, violadas, mutiladas en sus órganos íntimos. De las mujeres que aquí y allá sobreviven en un continuo renacer.

Pero es también la epopeya del amor, de los amantes que trascienden coordenadas y tocan el absoluto con sus cuerpos.

La Canción  es epopeya e igualmente tragedia en el sentido clásico. Pata de cabra es condenada a vivir en el inframundo -como Perséfone, Proserpina para los romanos- y es exiliada de su madre y de su casa. Pero también las mujeres de Yemen, que son sus descendientes son condenadas  hoy a la “nuda-vida” en palabras de Agamben. Las alaleishos con su función corística rematan esta trágica historia y cuidan de que sus ecos no se pierdan, mientras protegen a su reina y también a sus caminantes.

Esta novela total se inicia con el nacimiento de Pata de Cabra  y su exclusión del mundo de los vivos y después de un largo y profundo periplo se cierra con el encuentro del amor y los cuerpos, en esa canción que según de Nerval empieza nuevamente cada día. Por eso aunque la tragedia habita sus páginas en los tramos finales la luz de oriente se vislumbra a lo lejos, dejando un sabor grato de ese amor que habita a la humanidad y que se exalta en toda su belleza en El Cantar más bello. Es total porque en ella tienen lugar los inicios de vida, los caminos de muerte, el final y el comienzo. En ella Pata de Cabra sale de las profundidades del abismo y construye su reino que la sobrevive en los siglos. En ella se entrecruzan el tanatos y el eros, con el triunfo sagrado de este último.

La estructura narrativa ignora el mandato imperante de linealidad y facilidad y se mueve con mucha libertad entrelazando épicas líricas, reflexiones y narraciones. Las historias se suman y abren y agigantan ese “mundo posible” que habitamos a través de sus páginas, de tal manera que mueve a los lectores en espacios y tiempos infinitos que le permiten conocer más allá de las paredes limitadas de una historia que se recorta según los parámetros de la levedad y rapidez en que nos sitúan los mundos posmodernos. En este sentido la autora afirma que la gran novelística del siglo XIX siempre se extiende en muchas direcciones; nombra también autores como Cortázar con su extraña Rayuela o el francés Emmanuel Carrère. Es claro que Restrepo quiere moverse en la vanguardia y en los límites de la literatura, que convocan siempre al pensamiento, a la pregunta, a la interioridad.

Espero que tengamos en el futuro todavía muchos regalos de la escritura de Laura Restrepo, pero hasta este momento, Canción de antiguos amantes  puede considerarse una cima en varios sentidos:

En primer lugar la narrativa de esta autora siempre ha sido un intercambio y diálogo entre lo real y la ficción. Desde La isla de la pasión, en la que la periodista investiga la suerte de los olvidados en esa isla, pasando por Leopardo al sol  y la mirada al narcotráfico o por Delirio en el que se juntan los temores y angustias de Agustina con las apariciones y amenazas de Pablo Escobar… hasta llegar a esta canción en la que, incluso lo que conocemos como historia real,  se vuelve esquiva y los lectores y lectoras sufrimos alguna confusión que nos exige investigar, soñar, mirar hacia el pasado en la creación y hacia el futuro en el apocalipsis.

Igual sucede con la epopeya de estas mujeres caminantes. Esa epopeya ha sido trabajada parcialmente por la escritora varias veces. Las encontramos en La multitud errante; de una manera muy especial en La novia oscura,  cuyo final también nos arrebata de estos suelos; en Hot sur en donde tiene otros rostros. En el caso de la canción Zahra Bayda con su propia historia de dolor, de lucha, de redención y entrega nos llega como espejo que profundiza el camino de mujeres migrantes, huidas de la violencia y el horror. Esa mujer que logra dejar atrás la muerte y entregarse al cuidado de la vida, es la luz que ilumina, que encarna a Pata de Cabra mirando hacia el futuro. Esta mujer por cuyas manos pasan las criaturas nacientes y también la madurez de Mutas.

Y finalmente como dice Nerval en el epígrafe de las últimas páginas: Esta canción de amor que recomienza cada día… La novela es un canto al amor. Amor eterno, mas no el que convierte en liviano el romanticismo vulgar… Amor que se vive en instantes de fuerza y de corporeidad resucitada, amor que acompaña las noches en medio de esa bóveda gigante y ahuecada de los desiertos fríos, amor que desde el Cantar, llamado algunas veces salomónico, llega hasta los umbrales de este siglo agorero. Amor que encuentran Zahra y Bos y que proyectan en las playas en medio de la condena talibana y que lanzan al aire desde esa tierra en la que la vida ha llegado a ser parece que imposible.

Antes de muchas cosas, la novela es un juego literario que obliga a sus lectores a entrar en una dinámica que fusiona el goce y el pensar. En el mundo de hoy, entre tanta exigencia de las redes sociales, esta canción podría ocupar el lugar de los cantos homéricos  en los que sus oyentes viajaban hasta el centro mismo de la vida y sus contradicciones, para recuperar memoria e indagar el destino. De Pata de cabra,  hasta La reina Punk Patti Smith, la potencia femenina nos llama a generar el mundo del amor y la luz que deje atrás las sombras e inframundos y capture en el aire del futuro en encuentro de sueños, de vidas y de amor.

Definitivamente, saludo esta novela y espero la siguiente.

Santiago de Cali, Septiembre de 2022

 

 

 

 

                   LA CANCIÓN DE LAURA RESTREPO                                                                                       Carmiña Navia Velasco


                                             El beso de la reina arcaica es la marca abrasiva de Caín:
                                                              señala las razas notables pero desdichadas.

                                                                      Yo soy descendiente de la reina de Saba
                                                                                    Canción de antiguos amantes.
 

Canción de antiguos amantes,  novela de la escritora colombiana Laura Restrepo, es un  macro universo en el que cabe todo: lo real y lo maravilloso, lo imaginable y lo impensable. Un mundo posible e imposible en el que se canta al amor y a la vida, pero sobre todo al dolor, a la resistencia y valentía de las mujeres a través de los siglos y los mitos. Su lectura deleita y llena de placer, pero a la vez agota por el ritmo aplastante y contundente de los hechos narrados y de los múltiples universos visitados. Una novela total en la que no se deja nada por fuera en el intento de acoger la vida en este, nuestro mundo actual, caótico y siempre al borde del desastre. Impacta pensar cómo  la pluma nos lleva de una realidad a otra, estableciendo conexiones antes no sospechadas. Conexiones que algunas veces desconciertan al lector, pero que siempre lo invitan a novedosos buceos y le amplían el horizonte de su propio universo.

La llegada de Bos Mutas (y ya el nombre de uno de los protagonistas, es todo un desafío) a la capital de Yemen desata un conjunto de acontecimientos, ideas y palabras que transportarán a lectores y lectoras a sociedades inmensamente ignotas y difíciles: el mundo de los desplazamientos y las violaciones, el mundo de los cuerpos que se buscan y encuentran o desencuentran, el mundo del hambre que atraviesa desiertos… pero también el mundo de los mitos que se recrean y reviven en caminos sin fin; mitos de diferente tipos, de múltiples orígenes y tradiciones. Mitos que convocan a cada página a los imaginarios y a las leyendas literarias.

El protagonista, un joven escritor que ha sido seducido por la reina de Saba, la real y la imaginada, y en su camino se encuentra con Zahra Bayda, la mujer que cuidará sus noches pero que además lo conectará con el oriente y la lejana África para llevarlo de su mano a paisajes que puedan revelarle secretos y placeres, dolores y preguntas, urgencias y demandas. Caminos de nuestra sociedad en los siglos XX y XXI.

Siguiendo el rastro de la reina de Saba, Mutas incursionará en ámbitos pasados que se hacen presentes en la novela. Hablamos de novela quizás por la costumbre actual, pero podríamos hablar con propiedad de la epopeya de las desamparadas. Epopeya que la autora siempre ha buscado y recreado recordemos La multitud errante, algunos de sus relatos de Pecado o La novia oscura.  De la mano de Zahra Bayda, Bos Mutas descubre realidades cercanas a las suyas, que le hablan a los ojos y al corazón, y con ello nos regala una mirada cercana, todavía muy inédita -en lo que llamamos el mundo occidental- negando en acto, lo justamente planteado por Said en su libro Orientalismo:

          “A los orientales raramente se les miraba directamente; se les contemplaba a través de un filtro, se les analizaba no como a ciudadanos o simplemente como a gente, sino como a problemas que hay que resolver, aislar o -como las potencias coloniales abiertamente hicieron con su territorio- dominar. La clave es que la designación misma de oriental llevaba asociado un marcado juicio evaluativo…[1]

En ese camino y esta búsqueda incursionamos en los viajes de Gerald de Nerval, en sus angustias, sus noches de bohemia y su suicidio; en los horizontes siempre abiertos y oscuros de Rimbaud, en sus tropiezos y deseos tantas veces truncados… Pero incursionamos también en horizontes bíblicos ya olvidados y en costumbres islámicas que destruyen los clítoris femeninos; en mitologías diversas… en guerras, violaciones y manos que trafican con el dolor y los cuerpos ajenos: desde contrabandistas de mujeres hasta pateras asesinas. Para detenernos por último en la  mujer común  y corriente -siempre resiliente- que allá y acá, salva a sus hijos de la muerte y araña migajas a la vida en parajes desérticos.

Desde una mitología re-visitada pasamos por diversos puertos de la literatura: Malraux, el evocado Dostoievski, Baudelaire, Pizarnik… para aterrizar suavemente en los Beatles y atracar en Patti Smith o en la popular canción Bésame mucho, que se convierten a lo largo de las páginas en una especie de “puesta en abismo” que agiganta -desde su condición de mitos, feminista punk y romántico eterno- el camino de las mujeres y sus búsquedas y deseos. ¿Retomar esta figura es la intención de recordarnos que las sociedades humanas seguimos necesitando y construyendo mitos aunque estos se alejen de la religión y pastoreen regiones más precarias? Parece que sí, porque al final de cuentas Mutas nos dice que “al fin y al cabo la religión consiste en clavar obsesivamente la mirada en una imagen que está fuera de nuestro alcance”.

Además esta imagen de mujer repite incesantemente, a través de tiempos y regiones, la intención profunda de la obra según el mismo narrador-testigo:

          La mandorla, la vulva, el coño: punto nodal de todo lo que quiero contar ahora. La mandorla, estrella de los vientos en la tragedia de estos pueblos. La almendra, infinitamente amable y sufriente, escondida bajo las largas faldas de la abaya y escondida también en  el lenguaje, que sólo la menciona con apodos domésticos que ocultan su verdadero nombre[2].

Es en ese destino femenino en el que la escritora se ha detenido tantas veces (novelas que ya nombré, pero también La isla de la pasión o Delirio) en lo que profundiza y bucea esta Canción.

Con esta intencionalidad estamos en el punto nodal de la obra. La historia de las mujeres caminantes en medio de las sombras y el dolor. Caminantes de tiempos inmemoriales: desde los tiempos bíblicos, atravesando guerras, mares, desiertos… Mujeres de Somalia, de Yemen, de oriente y occidente, de Siria y de Etiopía… mujeres que a pesar de su cojera, de su daño en los pies, de sus limitaciones y embarazos… no escatiman ni detienen su marcha… Mujeres que también en Colombia (esa tierra que no se nombra pero está tan presente…) caminan en busca de su paz. La “Canción…” se detiene en el proceso mismo, en lo que lo rodea, en los campos de refugiados en los que la vida se detiene en espera de una luz en los horizontes… como plantea Diana Uribe:

          Por eso, viviendo entre la espera y la incertidumbre de un campo de refugiados -marginados en la ciudad bajo condiciones muy duras después de haber tenido que dejar un hogar, una vida, una comunidad a la que no se puede retornar- muchas personas en África y Medio Oriente deciden arriesgar su vida una vez más para llegar a Europa. Nadie arriesgaría su vida y la de sus hijos para cruzar el mar Egeo y Mediterráneo si no estuviera en una situación desesperada y si no tuviera aún algo de esperanza en un futuro mejor[3].

Todo este recorrido lo hacemos de la mano de una pareja que en medio de su labor en Médicos sin fronteras, se arrulla por las noches calmando las angustias  que les llegan de lejos: de infancias atrofiadas y cuerpos violentados, malheridos. De violaciones siempre repetidas. El narrador se nos contagia de la peste o el virus éste que aún nos aqueja y entonces me surge una pregunta: ¿Por qué se queman sus papeles, sus notas, sus escritos, ensueños y visiones? ¿Qué intenciones oculta la novela con esta quemazón, que recuerda a los manuscritos de Cien Años de soledad? ¿Es qué el aire disuelve todo sueño en la arena? Sin embargo los lectores salvamos los papeles y la vida se asienta nuevamente en la literatura. Porque la literatura nos salva. Dice la autora en una entrevista en El Espectador:

          Hay que trabajar para mantener los mitos vivos. En la novela yo quise tener a seres tan dispares y distópicos como Tomás de Aquino, Gérard de Nerval o el propio Rimbaud y ver cómo ellos elaboran el mito, que es principio y fin”[4].

Y en una entrevista con Álvaro García para Señal Colombia (5 de Junio de 2022), Laura nos cuenta que ella salva la vida en sus cuadernos, en los que refugia las notas con las cuales construye sus universos imaginados.

En las últimas páginas vivimos una apuesta. Zahra y Bos miran juntos hacia un futuro, un futuro de abrazos en el que “la reina de Saba” (una de las viandantes de la Biblia) bendiga con su fuerza a tantas caminantes. Un horizonte diferente en el que “el cantar de cantares” sea más fuerte que el apocalipsis y conduzca a mujeres y hombres a horizontes abiertos, en que lunas nuevas iluminen los partos y sanen las heridas. Esta canción que invita a ser cantada, muestra una vez más el compromiso de la autora en su mirar la historia desde la vulnerabilidad y la desprotección para invitar a sus lectores a sueños y construcciones alternativas y distintas.

Santiago de Cali, 13 de Mayo de 2022




[1] Edward W. Said: ORIENTALISMO    Editorial Debate, Madrid 2002 (Pág. 279)

[2] Laura Restrepo: CANCIÓN DE ANTIGUOS AMANTES, Alfaguara, Bogotá 2022 (Pág. 267)

[3] Diana Uribe: BRÚJULA PARA EL MUNDO CONTEMPORÁNEO.  Ed. Aguilar, Bogotá 2018


         REPRESENTACIÓN LITERARIA DE LAS PANDEMIAS
   
                                                                       Carmiña Navia Velasco



Me resulta realmente impactante comprobar lo poco o casi nada que han cambiado las realidades humanas y sociales desde el siglo XIV hasta el siglo XXI. Leer la Jornada Primera, del DECAMERÓN de Boccaccio nos sitúa impresionantemente en el mismo panorama que vivimos hoy, siete siglos después. El texto nos habla de cuando en “la egregia ciudad de Florencia, en 1348 apareció la peste mortífera”. Muy sintéticamente este capítulo cuenta que había sólo dos medidas para salvarse de la peste: huir de ella a lugares lejanos a los que no llegaba o encerrarse en las casas (igual que hoy) para evitarla. Con algunas frases y descripciones se tiene la sensación de que el tiempo da vueltas en redondo, como diría Úrsula Iguarán en Cien años de soledad,  seis siglos adelante.

En 1722, publica Daniel Defoe su maravilloso DIARIO DEL AÑO DE LA PESTE, en el que nos relata en detalle cómo Londres fue asolada a lo largo de 1665 por el mismo flagelo. Estamos ante una obra de una gran calidad literaria. Una crónica en la que se insertan anécdotas, reflexiones y registros de lo acontecido en esa malhadada época. De nuevo impacta el que hoy, en el siglo XXI y con todos los avances de la medicina y la técnica tengamos que recurrir a la misma estrategia: aislar a los enfermos y encerrarnos en casa.

Defoe mira en detalle el desarrollo de la peste, al mismo tiempo que profundiza en los comportamientos del alma humana y en las múltiples consecuencias que se siguen a este acontecer del que como de una maldición no es posible escapar. La falsa o real oposición entre economía y salud, la sufrió Londres en el siglo XVII y la miseria se extendió como una plaga sobre la plaga. Es otro de los aspectos en los que el  mundo no ha avanzado, ni parece que quiere avanzar:
Mas también en esto la miseria de aquellos tiempos recayó sobre los pobres, los que cuando estaban contagiados, no tenían ni comida, ni medicamentos, ni  médicos, ni boticarios o enfermeras que los cuidasen. Muchos de ellos murieron clamando por auxilio, e incluso por sustento asomados a sus ventanas de la manera más miserable y lastimosa…
[Daniel Defoe: DIARIO DEL AÑO DE LA PESTE].

La narración nos llega en la voz de un comerciante que decide no abandonar la ciudad para salvar sus bienes y se convierte en una especia de reportero que registra aconteceres y protagonistas al mismo tiempo que realiza reflexiones permanentes y evaluaciones del comportamiento de sus compatriotas. La ideología religiosa de Defoe se hace presente todo el tiempo y los acontecimientos se leen como un castigo de la mano divina. La crueldad de los encierros, a más de la enfermedad misma, es agobiante.

Otra de las cosas en las cuales repetimos lo mismo es en lo relativo al cuidado que tenían que tener las gentes cuando las medidas estrictas se fueron relajando. Lo registrado por el cronista parecería copiado de la actualidad:
Mas todo fue en vano: las audaces criaturas estaban tan poseídas de la primera alegría y tan sorprendidas por la satisfacción de observar que las listas semanales de las víctimas habían bajado… que era incapaces de volver a sentir terrores nuevos, y sólo querían creer en que la amargura de la muerte ya había pasado…
Desde nuestro momento llama la atención y genera preguntas el final de la peste… la enfermedad va perdiendo fuerza y al cabo de un año bajan las muertes y la gravedad, hasta extinguirse completamente a los diez y ocho meses más o menos. ¿Será que el Covid 19 perderá su fuerza también?

Pues sabía lo que la muchedumbre en fiesta ignoraba y puede leerse en los libros, a saber: que el bacilo de la peste no muere ni desparece nunca, que puede permanecer adormecido durante años en los muebles y la ropa, que aguarda pacientemente en las habitaciones, las cuevas, las maletas, los pañuelos y papeles y que quizás llegue un día en que, para desdicha y enseñanza de los hombres, la peste despierte sus ratas y las envíe a morir a una ciudad alegre.
[Albert Camus: LA PESTE].
Con estas palabras termina Camus, su gran novela: La Peste. Otro relato-espejo de la actual condición mundial.

Esta obra podemos entenderla cómo una parábola de la condición humana, de las realidades retorcidas que muchas veces envuelven a las sociedades nuestras, de las respuestas fallidas a las demandas de solidaridad y hermandad. El autor sitúa su acontecer en la ciudad argelina de Orán en la década del 40 del siglo pasado y antecede su relato con una cita de Defoe, explicitando así su deuda con él. Es claro que Camus recorre las diversas plagas que han azotado al mundo y crea un universo distópico en el cual se reproduce la muerte a gran escala.

Uno de los aspectos más valiosos de su novela es la figura de los médicos, especialmente la del narrador, doctor Rieux, hombre de una hondura y delicadezas inmensas. Paso a paso y sin estridencias este médico desarrolla una lucha titánica contra la muerte, mientras se enfrenta a su propio dolor por la pérdida de su esposa-compañera, amor de siempre. La talla de este personaje trasciende los años y se convierte en uno de los héroes, de la literatura en el siglo XX.

Si reconocemos que:
En cada héroe literario, en efecto se cifran ejemplarmente las principales aspiraciones de una época determinada, así como las virtudes humanas más elevadas. Las cuales suelen representarse no en abstracto, sino en acciones concretas, es decir en el esforzado empeño con que el personaje intenta salir airoso de una serie de aventuras, erizadas de dificultades, pero que le permiten mostrar sus talentos y su excelencia moral…
[Antonio Blanch, EL HOMBRE IMAGINARIO]
Esta figura salida de la pluma del genial Camus, constituye un ejemplo sin igual de la labor de los hombres y mujeres de la salud que hoy reconocemos como inmensa.

Alrededor de esta figura, campeona de la vida, el autor va mostrando como crece en la ciudad ese cruel castigo de la peste que se apodera de calles, casas, gentes… pasados y futuros. Aumento imparable de contagios y la misma impotencia científica que seguimos teniendo hoy, casi un siglo después. Tanto El diario del año… como La peste, lo que fundamentalmente nos narran es la impotencia humana, su vulnerabilidad que nos tendrían que hacer tomar conciencia de nuestra pequeñez ante fuerzas inmensas que sobrepasan toda prepotencia… Pero es claro que la humanidad sigue sin ajustarse a su real tamaño y dimensión.

Quiero referirme finalmente en forma rápida a la obra de José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, publicada por primera vez 1995. Se trata de una novela premonitoria que se convierte en una parábola de la ceguera humana ante un destino amable. Pero definitivamente no me gustó. Se respira en ella demasiada abyección, demasiado terror, excesiva degradación de la bondad que de todas maneras, mal que le pese a Saramago, existe en el mundo.

Una cita de Antoine Compagnon nos dice:
Samuel Johnson los había resumido perfectamente: “La única finalidad de la literatura es hacer a los lectores capaces de gozar mejor de su vida, o de soportarla mejor”. T. S. Eliot repetía en 1949: “la cultura puede ser descrita simplemente como aquello que hace que la vida merezca la pena ser vivida…
[Compagnon: ¿PARA QUE SIRVE LA LITERATURA?]
La lectura de esta obra de Saramago a más de producir angustia y pánico, arrasa con la más mínima fe y esperanza en que el destino humano pueda ser nunca redimido. Una sin-salida tan cerrada y tan fuerte no tiene -a mi juicio- efectos de placer o positivos éticamente en los lectores.



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BIBLIOGRAFÍA:
Antonio Blanch:
EL HOMBRE IMAGINARIO. UNA ANTROPOLOGÍA LITERARIA.
Ed. PPC, Madrid 1995

Giovanni Boccaccio:
DECAMERON
Editorial Mateu, Barcelona 1963

Albert Camus:
LA PESTE
En: Obras Completas, Tomo I
Editorial Aguilar 1959

Antoine Compagnon:
¿PARA QUÉ SIRVE LA LITERATURA?
Ed. Acantilado, Barcelona 2008

Daniel Defoe:
DIARIO DEL AÑO DE LA PESTE
Impedimenta 2010

José Saramago:
ENSAYO SOBRE LA CEGUERA
Penguin Random House, Bogotá 2015