De SEIS DE JUNIO DE MIL NOVECIENTOS NOVENTA Y CUATRO (1996)


SECUESTROS

Colombia ha sido secuestrada muchas veces...
a los niños robaron su sonrisa
a las madres su paz,
al campesino le quitaron su tierra
      el fruto de sus manos,
a los barrios el curso de sus calles
      el curso de sus días.
A los pobres secuestraron sus posibilidades
a la mujer su ser.
Colombia ha sido secuestrada tantas veces...
A todos nos robaron el paisaje
y en cada amanecer nos robaron tierra montaña río
y en cada atardecer nos fue robada la posibilidad de una geografía inmensamente rica,
inmensamente verde, inmensamente azul.
Colombia ha sido secuestrada tantas veces...
la política (la polis de los griegos) se vació de propuestas y palabras
la economía se perdió en la injusticia
la ciudad para todos se estrelló con los odios cotidianos
la paz nos fue quitada por la guerra
los trechos de la guerra
–cada día más amplios–
aprisionaron las parcelas de paz.
Los colombianos
perdimos la ciudad
la tranquilidad de la noche
lo dulce del reposo
la luz del mediodía
la fuerza de los amaneceres
el frescor de los vientos
el sonido del agua
la seguridad de las manos cuando caminan juntas.
Las armas se llevaron el abrazo
las armas se llevaron el cariño
las armas se llevaron la caricia
las armas se llevaron la sonrisa
las armas se llevaron el sosiego
las armas se tragaron el descanso.
El arma atropelló la sonrisa de un niño callejero.
A cada colombiano le fue robado algo
(en cualquier dirección, en cualquier sitio, en cualquier clase social)
y nuestros corredores de la vida
se poblaron con noches de secuestros,
a mí me tocó uno.
El mundo nos miró, como el número uno
de esta noche que entumece los días.

EL RECODO-LA TARDE

Ya sientes en tu cuerpo los regresos,
el sol baja a lo lejos sobre el valle
ya te espera el agite cotidiano
los rostros conocidos
las tareas queridas.
El sol se pone lento sobre el valle
y el tiempo acumulado en los pulmones
marca
esa alegría serena que al final de la tarde
(...junto a Ti, al caer de la tarde...)
te vuelve a tu ciudad
a la calle querida y conocida
a los rostros amigos
demandantes,
a los rostros que a veces agotan tu silencio.
De la espesura surgen esas sombras,
del borde del camino.
Llegan a ti los ruidos estridentes
    las órdenes despóticas.
Bájense. Usted se queda.
La brusquedad. Las armas. La dureza. Las miradas de odio.
Cuando se para el carro se detiene tu vida
–y el aire algunas horas respirado
se corta en la espesura del recodo–.
Has quedado al arbitrio de otras manos
    de unos ojos que llagan
    de un sonido de armas que ayer no conocías.
El recodo-la tarde
–la vuelta del camino
cuando se otea el valle–
esa tarde
–atardecer que empieza–
se grabó en tu memoria para siempre
cámara fotográfica
se grabó con huellas indelebles
la marca del ganado
cámara y marcador que registraron
límites de un camino de terror.
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A distancia
mirando ese recodo
esa hora de la tarde
(la hora mala)
te pregunto:
Por qué, Señor, dejaste que mi vida
se hiciera trizas
contra esos minutos?
Por qué la angustia atravesó mis ojos?
Esa espesa montaña
tantas veces mirada y conocida
qué guardó para mí?
Qué nos guardó a nosotros?

EL DIOS QUE HABITA LA MONTAÑA

1.
“Solos tú y yo al pie de la montaña”,
lo repetí mil veces esos días.
Sólo tu envolvimiento y tu presencia
llenó mi soledad y mitigó mi angustia.
El aire, la montaña,
el viento en la mañana clareada,
tu voz que serenaba mis sentires
tu mano remansando el acelere de mi corazón.
Tu presencia
–la presencia de aquellos
que poblaron mi infancia
y hoy habitan el cosmos–
mitigó mi temor,
   el miedo de la noche
   la pregunta al otro lado del río.
Solos tu y yo al pie de la montaña...
“Debajo del manzano
allí conmigo fuiste desposada
allí te di la mano
y fuiste reparada
donde tu madre fue irrespetada”.
Levanté a los montes mi mirada
y el auxilio me vino del Señor,
no durmió mi guardián
que vigiló mi entrada y mi salida.
El Señor me libró
y fue durante el día refugio y fortaleza
y cobijo en la noche.
Me libró de la peste,
del cazador furioso
del pantano y la selva
y fue durante el día refugio y fortaleza
y en la noche cobijo.
Muchos otros cayeron
pero el Señor sostuvo mi pisada.
Mi refugio es Yahvé que me acompaña.
Los lazos de la muerte me cercaban
me llamaban las redes del sepulcro
en angustia y tristeza me encontraba
pero el Señor sostuvo mi camino
orientó los senderos
volvió mi alma a la paz.
El Señor fue bueno con nosotros
a quién he de temer?
El Señor fue refugio en mis vigilias
paralizó las armas
les abrió la mirada
les tocó los oídos
y ablandó el corazón.
Él me dará cobijo en su cabaña
será luz en mi noche.
Solos tú y yo al pie de la montaña...
Él se inclinó hacia mí
y escuchó mi clamor,
me sacó de la selva
del fango cenagoso,
sentó mis pies sobre el camino,
consolidó mis pasos.
Levanté mis ojos a los montes
y el auxilio me vino del Señor.
2.
Adónde te escondiste, amado,
y me dejaste con gemido?
Salí tras de Ti clamando
y eras ido.
Por qué pues has llagado
aqueste corazón no le sanaste?
Y pues me le has robado
por qué así le dejaste
y no tomas el robo que robaste?
Mucho tiempo después
Jesús de Nazaret
Jesús rostro del Padre
me reencontré contigo,
fue como cuando al corazón lo recoge una mano conocida.
–Felipe no me has visto
después de tanto tiempo?
Yo soy camino
soy el rostro del Padre
(del Padre cuando habita en la montaña).
Yo soy la vid
ustedes son las ramas–
Mucho tiempo después
otro recodo, otra tarde, otra noche.151
3.
María de las bodas de Canáa,
María de Nazaret (mi alma te bendice porque privilegiaste a los humildes).
Madre admirable de mis años de infancia,
María de Guadalupe
María de Montserrat,
María que camina con el pueblo
de mis años de adulta,
gracias porque tu manto cayó como una sombra protectora
sobre nuestros temores y deseos.
En esos días silentes
miraste mis pisadas.
Ayúdalos a ellos
–a todos los que dañan la vida colombiana
en mi Colombia enferma–
a convertir su corazón de odios
en corazón de carne.
Pongo bajo tus manos
en esta tarde nueva
–bajo tus manos
de mujer que ha luchado con la vida–
el camino de todos los que amo.

DETALLES

En medio de las horas sin sentido,
en medio de lo eterno del paisaje, de la ausencia de música,
en medio de lo duro de la cama,
en medio de lo frágil de la choza
en medio de los miedos y preguntas...
Corazones humanos
–disfrazados de guerra–
poblaron de detalles mis minutos.
El más joven buscó entre sus zapatos unos que me sirvieran,
otro de los muchachos encontró en su mochila
un libro viejo
manchado por la selva
por el monte
por largas caminadas
un viejo – nuevo testamento
que recibí con emoción profunda.
Carmen cuidó mi cuerpo de mujer
de una mirada múltiple
y en la noche terrible
permitió
una pequeña dosis de confianza.
El viejo acompañó mi soledad
con su larga memoria de recuerdos
con su larga memoria de relatos.
El viejo
ante mi angustia
frente a mi desesperación y mi impaciencia
me confirmó en la fe.
“Chucho
–me dijo muchas veces–
sufrió
y volvió a sufrir,
tuvo paciencia
fue traicionado
lo crucificaron”.
El viejo,
junto con la noticia de mi desesperanza
me regaló la Biblia.
Pedro, de mirada profunda y silenciosa,
me robó el corazón en esos días
el poco corazón que me quedaba.
Me invitó a escuchar radio
cuando del otro lado venía alguna noticia.
“Hablan de usted”, me dijo.
Lejos de mi presencia y mis oídos
pidió por mi salida,
el corazón de una mujer doliente
no se equivoca nunca en esas cosas.
Salió una vez tras otra
para traer de vuelta precarias subsistencias
cargadas a su espalda.
Su mano era distinta cuando me daba el plato,
su mirada era cálida,
sus ojos, solidarios.
Y finalmente, Pedro
corrió veloz,
tras alas,
para allanar caminos
que me dieran la vuelta.
Tantas veces recuerdo tu mirada
grabada en mis pupilas,
tu inquietud literaria,
tus lecturas...
tantas veces quisiera
encontrarte en la esquina
–con yines y sin armas–
saludarte
invitarte a mi casa
y conversar.

LA GUERRA

El recodo y la tarde
me llevaron, paso a paso, a la guerra.
Siempre y en todas partes
el hombre ha guerreado.
Por sí mismo, por otros,
el hombre ha guerreado.
(Guerrear es matarse unos hombres a otros).
Siempre hay alguna iglesia
que bendiga la guerra.
Siempre hay alguna pluma
que enseñe a guerrear
que incite, que provoque.
Siempre
alguna situación, algún hambre
algún sueño
algún trozo de tierra
justifica la guerra.
La guerra es infinita
(ya el dios marduk la hacía,
los tirios, los troyanos,
David, los babilonios,
los aztecas, los incas)
su fuerza no termina
su máquina no para
la lógica de guerra no agota sus razones.
Un secuestro
–venga de donde venga
sea del color que sea–
te mete al corazón de lo que otros ignoran.
Te encuentras con un nudo,
es un nudo
–una larga cadena–
de guerras y de odios,
la venganza es un hilo que no tiene regreso.
La máquina de guerra no agota los cañones.
Cargar sobre tus hombros el fusil
es cargar todo el peso de los odios humanos
y el odio siempre pesa,
es cargar todo el peso de una equivocación.
Y cargar sobre ti
los fusiles de otros,
los disparos de otros,
te sala el alimento
te cierra la matriz
te adormece la entraña
endurece tu noche
mata todos los rastros de tu infancia perdida
coagula tus amores
pospone tus afectos...
Si fuera porque un día
la guerra terminara
y fuéramos hermanos...
La guerra no se agota.
La máquina de guerra tiene el sentir del hielo.
La máquina de guerra tiene noches de espanto.
La guerra es el pedazo más difícil
de este largo camino de palabras...
La guerra somos todos en mi Colombia enferma.
La guerra tiñe en rojo nuestros cansados ríos.
La guerra tiñe en sangre la vida de los campos.
La guerra hiere el alma de bambucos y cumbias.
La guerra no nos abre salida al otro lado.
La guerra somos todos en mi Colombia enferma.
La guerra –¡AMOR! – te duele tu amanecer mañana.
La guerra te hace duro
la consistencia misma de las balas
frustra nuestras caricias
erradica los niños.
La guerra no conoce de ternura
ni encuentro de los cuerpos.
Si fuera porque un día
la guerra terminara
y fuéramos hermanos...
La máquina de guerra
la lógica de guerra... no conoce razones.
Si tú paras la guerra
(la guerra que tú haces
desde el lugar en el que estás
en tu propia parcela)
se abrirá la mañana de rocío
y el canto de la alondra será radar de vida.

EL REGRESO / LA VUELTA

La vuelta es alegría.
La vuelta son temores.
La vuelta es una angustia a lo largo del camino.

EL ABRAZO EN LA NOCHE
Como el viajero llega
a los lares de infancia
el pecho del amigo te da calor de entraña.

EL REGRESO

“Atrás de la montaña hay una luna para ti
que yo te voy a dar el día que sea feliz”.
              Canción popular colombiana
“He andado muchos caminos
he abierto muchas veredas
he navegado en cien mares
y atracado en cien riberas...
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan
cuando pueden y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
...    ...
Donde hay vino beben vino,
donde no hay vino, agua fresca.
Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan
y en un día como tantos
descansan bajo la tierra”
      Antonio Machado
El regreso es muy lento
no avanza el corazón en un jet supersónico
su viaje es más tranquilo
su reposo es más largo
en un tren de vapor.
Avanza
se devuelve
se queda estacionado algunas horas.
Los brazos familiares
se trenzan otra vez,
esas oscuras horas cotidianas de adulto
se repueblan
con los amaneceres de la infancia.
Domingo en la mañana
–mañana de Buitrera–
cajón en el que cabe
la sonrisa esperanza.
El corazón se queda rezagado
el regreso es difícil
el tren para y lo espera.
Por las calles del barrio
los saludos acarician la tarde
en cada puerta
un rostro de mujer
te promete un mañana diferente.
Sueños de otra utopía
habitan nuevamente
algunas horas.
El corazón se para
de pronto hay una cuesta
y es dura de subir.
Los ojos hermanados
las caricias tranquilas
la tarde sosegada
vuelve a habitar la noche.
El tren y el corazón
acompasados
caminan lentamente.
Las preguntas
los jóvenes
las clases
los alumnos,
el amigo que escribe
el amor literario
tocan otra vez a la puerta,
es difícil abrirles
pero al caer de la tarde van llegando.
Más lejos las amigas
los amigos queridos
ese amor solidario
que descubrió la fuerza
de una palabra hermana
que atravesó los mares y acortó las distancias,
esa voz fuerte
que anudó la esperanza
a través de kilómetros.
La luna
el mar
(nos diste el mar Señor
para ensanchar
el diario cotidiano),
el sol
la fuerza de los amaneceres,
el caer cálido
de cada día la tarde... ... ...
empujan el regreso.
El corazón reposa
una larga, larguísima
jornada.

26 de julio de 1996
Sant Cugat del Vallés, Barcelona, España.

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