LAURA RESTREPO EN CALI
 

 Mientras los caleños celebraban el amor y amistad al ritmo del Petronio Álvarez, un grupo de chiflados por la literatura conversábamos con Laura Restrepo, sobre su novela Hot Sur, sobre otras de sus obras, sobre los vericuetos de su escritura y sobre las angustias de empezar y terminar (los tramos más difíciles), no sólo las narraciones sino cualquier escrito. El viernes en la noche presentamos en la Librería Nacional su novena novela que una vez más nos muestra la fuerza extraordinaria de esta escritora. El sábado durante toda la mañana conversamos con ella en la Casa Cultural Tejiendo Sororidades, en un barrio popular al sur de la ciudad, la conversación fue con un grupo con el que realizamos hace más de 10 años un libro-foro permanente, esta vez un poco ampliado. Una conversación deliciosa en la que Laura dejó ver una vez más su profunda y delicada humanidad, su cercanía y empatía con sus semejantes y con sus diferentes. 

El punto de partida en estas charlas fue siempre su reciente ficción: Hot Sur,  en la que la autora canta la vida de aquellos y aquellas que fueron estafados en sus sueños y perdieron su brújula durante su laberíntico, arriesgado y épico viaje al norte del continente americano. Lectoras y autora compartimos las esperanzas y los dolores de una felicidad que se busca y se niega. No se canta en la obra, a la ira de Aquiles, se canta a la ira del sur: Ya tenemos encima al Sur, al desmadrado y temible Sur, quinientos millones de seres de piel oscura que hablan español y que vienen subiendo desde la Patagonia, se multiplican en Colombia, atraviesan Nicaragua, en México se vuelven marejada y ya son horda cuando se cuelan por los huecos de nuestra frontera vulnerable (Ian Rose, Hot Sur). El desplazamiento en su carácter fundacional.

 Laura lo repite en entrevistas y conversaciones: Quiso cantar a esas miles de gentes que arriesgan cada día su vida por buscar un lugar en el cual vivir y se les niega. Quiso también testimoniar ese sueño fallido, que se acaba. Y entonces la militante de las izquierdas del 60, la ex-trotskista… plantea que hemos sido engañados con un falso sueño¸ un falso sueño que creó Norteamérica pero que exportó a todo el mundo occidental y todos lo soñamos… Un sueño insulso y falso del confort y de la vida fácil por el que se está dejando tanta sangre regada en el camino, un sueño muy bajito… Dice: No es posible que haya sólo ese sueño, tiene que haber un sueño más profundo: el de la hermandad y el amor, el sueño de otro mundo posible, del mundo en que quepamos todos, de la utopía y la justicia. En este contexto una de las participantes en el foro, dice sobre el final abierto de la novela que no es un final feliz, que es tan sólo un final justo.

 Nos detenemos un poco en ese extraño y malévolo personaje Skeepy Joe a quien la autora rodea de búsquedas y represiones religiosas y de éxtasis seudomísticos completamente destructivos… Para la escritora este jovencito atractivo sexualmente es todo un nudo y concentración de contradicciones: es la nostalgia de su propia religión perdida (ella dice que querer creer ya es creer -¡y es verdad!-), es la venganza contra una religión y unas iglesias cargadas de hombres heridos y mutilados que la aterrorizaban de niña, es un trayecto en su buceo en el ámbito de las múltiples violencias simbólicas que nos habitan. La escritora nos dice que la saga de este personaje le fue muy exigente y muy gratificante. Igualmente algunas le discuten el por qué esa dependencia de María Paz, la protagonista-heroína, precisamente de Joe, la suma de todas las perversiones, de todas las aberraciones… Laura se vuelve grave y dice: la pasión hormonal por una persona, muchas veces nos lleva a donde no queremos ni deberíamos ir,  pero eso lo compartimos todos los humanos, María Paz es ante todo una humana. 

Otros dos aspectos muy unidos de este mundo ficcional nos llevan a profundizar: El contraste de lo sucio y lo limpio, las exigencias sociales y culturales de limpieza y buena educación – buenas maneras, la protesta de las presas, de los irlandeses en su lucha de liberación nacional, de los habitantes de la calle: el propio mugre o los propios modales, como una vía de protesta… Mandra X, la líder de las presas, reivindica su falta de limpieza  y la intervención en su cuerpo a través sobre todo de tatuajes, como casi la única posibilidad de resistencia que les queda en la cárcel donde les niegan todo, hasta la lengua materna. Este tema nos lleva de la mano al mundo kitsch, a lo que es calificado de cursi, de mal gusto. Laura confiesa amar lo cursi… Explica cómo los latinos y el sur, tenemos otras tradiciones, otros gustos colores, sonidos, sabores… Dice que la imposición de lo culto,  es eso, una imposición y que es importante reivindicar la variedad y calidad de cada gusto.

Extendiéndonos a otras de sus novelas y desde nuestra propia experiencia de lectura, la escritora comenta que sólo si el autor cuenta su propia historia (no importa el tema ni el espacio), los lectores sienten y saben que están contando la suya, la de cada una-o… y entonces la obra pega. Rememorando cómo a través de sus libros, hemos participado de las experiencias de mafia Wayú en la Goajira, de las búsquedas y los sueños de las prostitutas en Barrancabermeja, de los desplazamientos de un país siempre en guerra, de la locura en la mente de Agustina Londoño Portulinus, de la bondad y el amor de Aguilar, del amor en la madurez en esas rosas invisible… Laura Restrepo dice, solo la rebeldía produce buena literatura. Igualmente ya casi despidiéndonos nos alerta sobre las trampas de las palabras… el palabrerío que llena los vacíos, la amistad con el silencio, lo único que nos salva de una vaciedad que nos puede habitar si solo vivimos en el universo de las conversaciones. ¡Gracias Laura, gracias amiga!


Santiago de Cali, 22 de Septiembre